Uno de los temas que más se repiten en las sesiones de educando en familia son las rabietas. Cómo reaccionar en el momento de explosión de los más pequeños, sobre todo cuando se produce en público. Lo primero que tenemos que tener en cuenta y preguntarnos, ¿es lo que más nos importa en esta situación? Hay adultos que viven las rabietas de manera muy estresante porque a las emociones intensas que manifiestan los pequeños hay que sumarles la impotencia, y la vergüenza de lo que puedan pensar las personas que presencian la rabieta.  Atender al mismo tiempo la conducta del niño, la rabia, la frustración, y las miradas de los otros, se convierte en misión imposible.

¿Cómo restablecer la vuelta a la calma? Dependerá de la vivencia del adulto, si la persona que atiende al niño puede responder de manera suficientemente adecuada y ser capaz de autorregular sus propias emociones, podrá ocuparse de las necesidades del menor.

¿Qué mensaje le llega al niño de parte del adulto? El mensaje que le queremos transmitir a veces no coincide con lo que el niño entiende. Protección, respeto y cariño, para que se llegue a crear una asociación de alivio y confianza. Evitando los gritos, las amenazas y la violencia.

El mensaje: el adulto es la figura de referencia, hay que prestar atención y pensar el modelo que queremos que los pequeños aprendan.